Por: Pbro. Leonardo Cardoza | Diócesis de Trujillo
En la Iglesia, “cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la participación en la celebración eucarística, se recomienda vivamente que los fieles participen en la liturgia de la Palabra” (CIC. 1248, § 2); especialmente en los días festivos de precepto, escuchándola con atención (cfr. Neh 8, 3); sabiendo que, Cristo “está presente en su Palabra pues, cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla” (SC.7).
Tras el Concilio Vaticano II, este tipo de celebraciones litúrgicas se ha favorecido en diversas regiones del mundo, especialmente en los países de misión o, donde la falta de vocaciones al ministerio ordenado ha visto la necesidad de conceder a los laicos la misión de ser celebradores de la Palabra en las comunidades distantes de la sede parroquial. También, en los tiempos recientes del año 2020, la Iglesia ha tenido que volver a la Domus Ecclesiæ, a la celebración de la Palabra en familia, causa de una grave emergencia global.
El presente ritual para La Asamblea Dominical en Ausencia del Presbítero, moderada por un laico, busca hacer “cada vez más accesible la Sagrada Escritura a los creyentes, para que se sientan agradecidos por un don tan grande, con el compromiso de vivirlo cada día y la responsabilidad de testimoniarlo con coherencia” (AI. 3). Por ello, ha sido preparado con el fin de responder a las peticiones del pueblo de Dios y a la solicitud de la Iglesia por el cuidado pastoral de las almas en el cumplimiento del precepto dominical y festivo. En efecto, “allí donde las grandes distancias hacen prácticamente imposible la participación en la Eucaristía dominical, es importante que las comunidades cristianas se reúnan igualmente para alabar al Señor y hacer memoria del día dedicado a Él” (SC. 75). “Estas celebraciones adquieren una relevancia especial […], sobre todo en los tiempos litúrgicos más destacados, Adviento y Navidad, Cuaresma y Pascua” (VD. 65).
«El presente ritual para La Asamblea Dominical en Ausencia del Presbítero, moderada por un laico, busca hacer cada vez más accesible la Sagrada Escritura a los creyentes»
No podemos olvidar la estricta necesidad de la formación, para que algunos fieles “que tienen la vocación de ser ministros de la Palabra, y sintiendo con fuerza la necesidad de hacerla accesible a su comunidad, se preparen con una formación adecuada a ser verdaderos anunciadores de la Palabra, como sucede de manera ya habitual para los acólitos o los ministros extraordinarios de la Comunión” (cfr. AI. 3. 5); quienes están invitados a recibir de los párrocos la Biblia o el Leccionario el III Domingo del Tiempo Ordinario; llamado Domingo de la Palabra de Dios; resaltando, así, la importancia de la misión que se les confía al frente de una comunidad, no como quien preside, sino como moderadores.
A los ministros de la Palabra, acólitos, ministros extraordinarios de la Comunión, seminaristas y laicos en general que lo utilizarán en su servicio pastoral, les auguramos que les sea del máximo provecho personal; espiritual; pastoral y comunitario, haciendo crecer en el pueblo de Dios la familiaridad con la Sagrada Escritura, en el ejercicio de su sacerdocio bautismal.