José Gregorio Hernández fue devoto de San José; procuró imitarlo con amor humano y cristiano haciéndose un segundo padre de los suyos
Por Pbro. José Magdaleno Alvarez | @josegregorioherandezisnotu
El Papa Francisco, al conmemorarse el 150 aniversario de la declaración de San José como patrono universal de la Iglesia, ha decretado un año dedicado al “padre” de Jesús de Nazaret. Siendo José Gregorio tan devoto del Custodio del Redentor y habiéndose ocupado tan decididamente de sus familiares, escribo unas ideas sobre la devoción josefina del Venerable y su corazón paternal.
Su devoción a San José era inocultable. Cuentan que en el consultorio donde atendía los últimos años, ubicado en la misma casa de residencia en La Pastora, tenía en una salita de espera la imagen del santo siempre alumbrado con una lamparita y al lado colocaba un cepillo (alcancía) para que los pacientes abonaran su ofrenda. “Nadie pagaba honorarios al hombre profesional: las recetas del doctor Hernández y las plegarias que los pacientes musitaban a San José en el acto de depositar su óvolo, tenían efectos maravillosos (Rafael Naranjo Ostty. Nuestro Tío José Gregorio).
Escribía nuestro Venerable, en 1907 mientras “defendía” la memoria de su querida Santa Teresa de Jesús:
De todos los santos que forman el esplendor del cielo y constituyen la gloria extrínseca de Dios, ninguno, si exceptuamos a la Santísima Virgen, tiene para el pueblo cristiano y para la Iglesia entera la significación y el valor de San José. Todos vivimos en el amor y en la veneración del santo que no tiene semejante en la inmensidad de la gloria. La devoción de San José, propagada en toda la Iglesia, es la obra de Santa Teresa principalmente. Ella hizo que el culto del patriarca de Nazaret fuera el culto de todo cristiano y nos enseñó a recurrir a él en todos los casos de nuestra vida y a poner especialmente bajo su protección el trance de la muerte. ¡Oh devoción cara y amable para todo corazón fiel que desea la santidad conforme a los designios inescrutables de Dios! ¡Y cómo amar a San José sin tener inmensa gratitud a la santa que nos enseñó a venerarlo y a poner en él nuestra confianza como el remediador seguro de nuestros males! (Dr. José Gregorio Hernández. La Verdadera Enfermedad de Santa Teresa de Jesús).
El corazón paternal de José Gregorio
El domingo 29 de junio de 1919… entre las dos y las tres horas postmeridiem, en una cama sencilla, en uno de los primeros cuartos del Hospital Vargas de Caracas, entrando por la puerta principal y doblando a la izquierda, yacía exánime José Gregorio Hernández Cisneros… Así lo encontramos nosotros, que fuimos los primeros de la familia en llegar al Hospital Vargas… Luego llegó nuestro padre, que, después de besarle muchas veces, con su pañuelo le limpió la sangre de la cara y la cabeza, le cerró los ojos, le cruzó los brazos sobre el pecho, y, llorando inconsolable, pero resignado decía: Dios mío, ¿cómo es posible que mi hermanito querido haya muerto de esa manera?… (Nuestro Tío José Gregorio, Tomo II, página 1645).
Como puede notarse en esta anécdota familiar relativa al día del fallecimiento del Venerable, nuestro paisano José Gregorio fue un hombre amoroso con los suyos como San José. El famoso Dr. Hernández tuvo un verdadero corazón de padre para sus hermanos y sobrinos.
Retomo las características de la paternidad de San José según el Papa Francisco. El Pontífice, en su reciente carta apostólica “Corazón de Padre” con la cual convocó el Año de San José (1920 – 1921) describe siete virtudes para referirse a la auténtica figura paterna que ejerció el santo sobre Jesús: Padre amado, padre en la ternura, padre en la obediencia, padre en la acogida del plan de Dios sin poner condiciones, padre de la valentía creativa, padre trabajador y padre en la sombra que cuida el camino de su hijo Jesús.
El objetivo de su carta, nos dice el Papa, es que crezca el amor a ese gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución.
José Gregorio fue muy devoto de San José y también le imitó siendo un segundo padre para los suyos. Lo hacía con amor humano y con amor de cristiano. Son abundantes los testimonios de los familiares sobre su estrecha relación con ellos, particularmente sus hermanos, hermanas y sobrinos.
Habiendo muerto prematuramente la primera hija de Don Benigno y Josefa Antonia, le correspondió la primogenitura de aquel matrimonio. Y asumiría también el rol de hermano mayor con la descendencia del segundo matrimonio. José Gregorio conoció unos excelentes, disciplinados y amorosos padres; pero quedó huérfano de madre cuando estaba por cumplir los ocho años. Junto a sus padres en Isnotú también estaba, para ayudar con la crianza, su muy querida tía paterna María Luisa. Tres años hacía del conmovedor fallecimiento de Doña Josefa cuando el pequeño José conocería a la segunda esposa de Don Benigno quien fue para el Venerable más que una madrastra.
A la tierna edad en que debió asumir la orfandad materna, ocupó una especie de rol infantil de hermano mayor que custodiaba a sus cinco hermanitos. Además de ayudar a cuidarlos en el tiempo disponible seguramente el trabajo físico y los acostumbrados mandados debieron ir paulatinamente ocupando sus quehaceres cotidianos Consta que fabricaba juguetes para el entretenimiento de sus hermanos menores.
El Dr. Hernández tuvo con su papá una excelente relación filial cargada de cariño, admiración y obediencia. Fue Benigno el que le hizo desistir en la adolescencia de sus ideas de convertirse en abogado para que asumiera el camino de la medicina.
Y marchó el jovencito a Caracas cuando ya su maestro Pedro Celestino Sánchez, no tenía mucho más que enseñarle y su padre estaba recién casado con la boconesa María Ercilia Escalona, en cuyo matrimonio procrearían seis hijos. Pero no se desvinculó nunca José Gregorio de su familia cuidándola según su tiempo y posibilidades. Lo que su amor familiar le inspirada para su querido papá, tíos y hermanos, haría también con cada uno de sus sobrinos y con María Ercilia.
La biografía del Dr. Hernández, en cada una de sus etapas, estará incompleta sin la referencia constante a su familia. Los amó humanamente brindándoles afecto, orientación y apoyo material para sus estudios, salud, vivienda, etc. Se encargó, por ejemplo, de irlos ayudando para su traslado y mudarlos a todos a Caracas, sobre todo después de la muerte de su padre.
Pero también los amaba con una dimensión muy cristiana. Entre los consejos que escribe a su familia desde La Cartuja en Italia, habiéndose ido sin poder despedirse y pensando en no volver a verlos, les impulsaba a que cuando quisieran estar juntos oraran y se juntaran ante el Sagrado Corazón de Jesús y a que llevaran una vida digna de cristianos para poder encontrarse después en el cielo.
Dejemos que su propio sobrino Ernesto Hernández, nos ayude a concertar el final de este pequeño artículo. De su padre heredó José Gregorio la bondad, la firmeza de carácter, el estricto cumplimiento de sus deberes y obligaciones, la prudencia, la justicia, y, como su padre, predicó con el ejemplo de su vida todas las virtudes cristianas, y procuró por todos los medios que sus sobrinos y familiares imitasen los dotes de sus antecesores, y sobre todo el amor y respeto que todos tuvieron a las enseñanzas y prácticas de nuestra Santa Religión Católica, Apostólica y Romana (Nuestro Tío José Gregorio).
1 comentario
Excelente artículo Padre Magdaleno Alvarez, en mis 40 años que he estudiado la vida de nuestro Beato no se ha dado a conocer esta gran devoción que tuvo el Dr. Doctor Hernández por el Patriarca San José lo felicito. Gracias a su sobrino Ernesto Hernández Briceño han podido llegar a nosotros estas anécdotas. Un saludo Cordial y Dios lo Bendiga.